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martes, 15 de septiembre de 2015

Radiografía en letra

      ¡Holiii! ¿Qué tal mis queridos unicornios? Yo bien, instalándome en mi nueva habitación de la torre de Kazlunn para convertirme en la mejor maga de la historia. Sí, conseguí llegar a Idhún y tuve la suerte de cruzarme con  la persona indicada.
      Vale, no. Nada de esto ha sucedido, lo reconozco, pero soñar es gratis. La realidad es más simple y aburrida: ya comenzó el curso, aunque en la Tierra, y en un instituto corriente. *llora desconsoladamente*. Ya llegará el unicornio, sé que lo hará.  Mientras tanto, os traigo una reflexión más sobre escritura y libros que, como ya hice en una ocasión, quiero comenzar con una fotografía:

      ¿Qué opináis? ¿Os gusta la frase? La verdad, a mi sí, y esa es la razón por la que quiero compartirla con vosotros. Pienso que tiene algo de razón y que puede significar más dependiendo de quién se hable. Por supuesto que no hace falta ser un desgraciado para triunfar escribiendo; si fuera así, sólo los locos lo harían y nadie se atrevería a mostrarlo para que los demás no le señalaran como un infeliz.
      Sin embargo, pienso que, en cierto modo, los que escribimos, sea profesionarmente o como un hobbie, tenemos un vacío de alguna clase que, no necesariamente, nos descontenta, y que puede ser de diversas clases, desde la falta de alguien querido o la necesidad de vivir aventuras que en el mundo real serían imposibles. Y esos deseos los llevamos dentro, seamos conscientes o no, y los plasmamos en cada letra que sale de nuestra mente, radiografiando nuestros anhelos más profundos en el papel.
      A veces somos conscientes de ello, de que podemos llenar el vacío escribiendo y haciendo posible por un momento nuestros sueños, y nos ponemos a ello. En otras ocasiones nos sale de manera involuntaria pero nos calma igual, y por eso sonreímos satisfechos cada vez que nos enfrentamos a la difícil tarea de llenar una página en blanco. Nos lanzamos a un camino lleno de baches buscando llenar un vacío o alegrarnos un día que no podría ser más gris.
      En mi propia piel puedo comprobar que es cierto, pero quitando lo de "grandes" porque no soy más que una aprendiz que intenta mejorar con cada uno de sus tropiezos, el intento de escapar del sufrimiento te lleva a escribir, a evadirte de una realidad que te hace daño para adentrarte en un bálsamo reparador que, cada vez que aplicas, te sienta mejor. En ese sentido, creo que esa frase podría aplicarse a los escritores del Romanticismo y encajaría a la perfección, salvo por eso de que les hacía sentir bien por eso de que algunos se suicidaban y eso...jeje.
       "Te sientes tan bien que haces que los demás se sientan bien". Cierto, no lo puedo rebatir, el entusiasmo se contagia y lo he comprobado. Hace poco terminé de leer "Memorias de Idhún" y me dejó impresionada, me encantó, así que me puse a ver el documental y me sorprendió la respuesta que dio su autora cuando le preguntaron  que dónde creía que estaba el éxito de la trilogía y decía que suponía que a ella había disfrutado tanto escribiéndolo que había llegado a contagiar esa energía a sus lectores. 
      Así pues, si escribes algo, lo más importante es que disfrutes haciéndolo porque, por muy buen estilo que tengas, si la historia no te entusiasma a ti, no les podrá tan siquiera gustar a los demás.
     Antes de acabar quisiera añadir que eso es una de las cosas que más me gusta de escribir, el que me desvele qué necesito y me otorgue la posibilidad de conseguirlo. Por eso creo que quien escribe, mal o bien, mantiene un vínculo especial con sus lectores ya que, sin saberlo, está entregándoles una parte oculta que ni él mismo conocía: tus temores, tus dudas, tus deseos, todo. Una radiografía exacta de ti mismo hecha a partir de algo tan subestimado como las palabras.
      Espero que os haya gustado y ya sabéis que podéis dejarme un comentario con vuestra opinión. Así, todos aprendemos.
  

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