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martes, 30 de septiembre de 2014

Y pasado el primer mes...y luego el segundo...

      ¿De qué os voy a hablar en esta entrada?  No os contaré ninguna de mis meteduras de pata; por el momento me las reservo. Hoy hablaremos sobre lo que empieza a bullir en nuestro interior pasado un tiempo, que no tiene por qué ser un mes.
      Llega un momento en el que estamos tan dentro de nuestra historia que presentamos algunas dificultades para salir de ella y volver a la realidad. ¿Solución? Todavía no la he descubierto. Lo que ocurre la mayor parte de las veces es que alguien me llama hasta que respondo, aunque no os puedo asegurar que os vaya a sentar bien, porque a mí, por lo menos, no me hace mucha gracia. El escritor necesita dejar progresivamente lo que está haciendo y eso es inevitable.

      Algunas veces, por no decir muchas, se deja de escribir pero tu mente sigue en lo que estabas haciendo, dándole vueltas a posibles situaciones, diálogos, entornos... y sientes la necesidad de volver a lo que estabas haciendo. Reprimid esa fuerza e intentad concentraros. Vuestros personajes seguirán ahí para cuando terminéis. Si no lo intentáis, es muy probable que terminéis más tarde y no os quede tiempo para escribir.
      El tiempo irá avanzando y vuestra obra, progresará. Eso no será lo único que crecerá. Observaréis que esos personajes que, al principio, solo eran pequeñas sombras en vuestra mente, sin apenas voz ni capacidad de decisión, ahora os parecen seres tan humanos como vosotros o como yo. Entonces puede surgir un problema: esos seres empezarán a decidir lo que sucederá, y tomarán el rumbo de la historia. Hablarán entre ellos, discutirán, se enfrentarán. Y vosotros os limitaréis a tomar nota de lo que suceda, sin más. Cuando veáis que alguno de ellos hace algo que no debe, vuestro deber es ignorarlo y hacer lo que en un principio habíais pensado. A veces es conveniente dominar los personajes para que no terminen haciéndolo ellos.
      Los días pasan y ya habéis acabado con las rebeldías. Llega un punto en el que empezáis a querer a vuestros personajes, o a odiarlos. Entonces la historia se tuerce y os veis con que vuestro favorito debe morir. Injusto. Al principio os negáis. No queréis matarlo pero sabéis que debéis hacerlo. Gran dilema. En cuanto a la hora de escribirlo, os confieso que es lo que más fácil me resulta y puede que a vosotros también. Lo difícil es superarlo, al fin y al cabo, es vuestro personaje, vuestro confidente. Solo vuestro y de nadie más. ¿A que a ninguno de vosotros os gustaría levantaros una mañana y tener que acabar con la vida de vuestro mejor amigo? Pues, en cierto modo, el matar a vuestro personaje preferido, es algo similar. Tantas confidencias, tantas horas juntos... Habrá alguno que dirá que estoy «chalada», que no es para tanto y que me busque amigos reales. Yo le pregunto, ¿es que nunca has tenido ganas de llorar cuando mataban a algún personaje en un libro? Pues, en caso afirmativo, imagínate lo que ocurre cuando es creación tuya. Por suerte, al final tienes que aceptarlo.
      Por otro lado, puede ocurrir lo contrario. Toca matar al malo. Eso me resulta también sencillo escribirlo, lo que sea torturar a los personajes me es relativamente fácil (pero no me juzguéis, no soy un monstruo). Y lo mejor de todo es que no me importa hacerlo, y más aún si ha sido el que se ha cargado a mi amado personaje.
      En el medio de los otros dos se hallan los que no son ni un «valiente y honrado justiciero», ni el «diablo personificado». Aunque como veo que me estoy enrollando demasiado y estos son los que más fascinación me producen, ya dedicaré otra entrada para hablar sobre ellos.
      En resumen, que no quiero terminar aburriéndoos, el primer día la historia no significará nada para vosotros, y, pasados unos meses, descubriréis que no sois capaces de vivir sin ella. Es una sensación inexplicable y algo único. Sientes que hay un vínculo especial entre todo ese mundo y tú. Un vínculo único que se te ha desvelado sin pedirlo, que ha llegado a ti sin mas y que pretendes compartir con los demás a través de tus escritos. Es algo por lo que te sientes especial y que te hace pensar. «¿Por qué yo?» La escritura es capaz de hacer cobrar a mi vida un sentido.

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  • Alas negras. Laura Gallego
  • Crónicas de la Torre, el valle de los lobos. Laura Gallego
  • Crónicas de la Torre, la llamada de los muertos. Laura Gallego
  • Crónicas de la Torre, la maldición del Maestro. Laura Gallego
  • Crónicas de la torre, Fenris, el elfo. Laura Gallego
  • Cuatro muertes para Lidia. Enrique Páez
  • Donde los árboles cantan. Laura Gallego
  • Días de lobos. Miguel Luis Sancho
  • El Principito. Antoine de Saint-Exupéry
  • El diario de Ana Frank
  • El libro de los portales. Laura Gallego
  • El príncipe destronado. Miguel Delibes
  • Erik, hijo de Árkhelan, el ejército en la sombra. Miguel Ángel Jordán
  • Erik, hijo de Árkhelan, justicia y honor. Miguel Ángel Jordán.
  • Erik, hijo de Árkhelan.El amanecer del guerrero. Miguel Ángel Jordán
  • Hoyos. Louis Sachar
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  • La tejedora de la muerte. Concha López Narváez
  • La vida es sueño. Calderón de la Barca
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  • Las crónicas de Narnia, el sobrino del mago. C.S.Lewis
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